Tengo caparazón de tortuga
TENGO CAPARAZÓN DE TORTUGA
Entendiendo mi ansiedad
Todo estaba bien, o por lo menos lo aparentaba. Trate y me esforcé en
aparentar mi bienestar, negué mis sentimientos negativos, o mejor dicho, trate
de ocultarlos.
Soy muy buena reservando sentimientos, ocultándolos, cerrándome en mi
burbuja. La mayoría de personas no lo notan debido a que mi actitud es
agradable, siempre risueña y muy feliz con otras personas, pero conmigo misma
soy como una de las villanas en alguna película de Disney, me convertí en una
de esas villanas de película, que de niña siempre odiaba: cruel, mala,
destructora, injusta, etc.
Cuando atacan a mi “caparazón” me oculto, y no lo hago porque no quiera
enfrentar el problema o la situación, sino, porque no puedo soportar más el
rechazo.
Creo que ya he sufrido suficiente rechazo cuando me ataco a mí misma,
también cuando otro factor me afecta negativamente, la consecuencia a ese rechazo es escondiéndome en mi “caparazón”, sintiendo
cada situación más fuerte y más difícil de superar.
Después viene mi ansiedad al no poder hacer nada para remediar mis
problemas y simplemente dejar que me hagan daño. ¿Alguna vez te has sentido tan
impotente al punto de no pararte de la cama?
Yo lo he estado experimentando en los últimos meses.
En esos momentos de frustración e impotencia mi ansiedad se magnifica, se
siente como cada célula de tu cuerpo se mueve tan rápido que tus venas
explotarán o tú terminarás explotando primero. Se siente, cómo los latidos de
tu corazón se escuchan y se perciben como un solo intenso de batería. Se siente el
sonido de millones de abejas zumbando en tus oídos y todo esto sucede al mismo
tiempo, todo tan rápido que no te das cuenta que mueves tu pierna sin cesar, que
todo tu cuerpo te pica de una manera increíble y difícil de soportar, mientras
jugueteas con tus dedos tronándolos y lo más importante, sintiendo que la única
barrera entre la desesperación y esas horribles sensaciones, eres tú.
Y evito mirar a los ojos a alguien, no porque no este escuchando a la otra
persona, sino, porque estoy escuchando mi propia voz y esperando que por los
oídos de la otra persona no pueda escuchar ni una pizca de mi
desesperación. Así es mi ansiedad, y mi
ansiedad se siente como el fuego, extremadamente frustrante, apurada y
caliente. Sintiendo como todo lo que tenía se desmorona y ahora solo quedan
cenizas de esperanzas y sueños rotos.
Se siente como si estuvieras en el fondo del mar y no puedes respirar, en
ese momento entras en un debate mental el cual se basa en si deberías luchar o rendirte.
Se siente como si mis pies se movieran más rápidos de los sesenta segundos que
están determinados en un solo minuto.
No hay ninguna razón por la cual me siento así, no hay un ¿Por qué? Solo
hay sentimientos y yo los siento todos a la misma vez, mientras me consumen
cada vez más y más.
Algunos días son mejores que otros, algunos días son peores, pero solo son
eso, “días”, y tengo muchos por vivir.
Escrito por:
Isabella Jiménez M
14 años
Comentarios
Publicar un comentario